martes, 22 de octubre de 2013

Procrastinar

Déjame le tomo,
Déjame le fumo,
Tener que escribir 40 poemas para entregar a tu editor
Y no llevar más que el epitafio.
Un pase para ver si así salen algunos versos,
Dos pases para ver si ya salieron tres poemas,
Tres pases y ya estoy en una fiesta y un vagabundo grita: Con permiso de Dios voy a ponerme loco.
Que rolas tan malas, no llevamos buena hierba, y recuerdo, cuando tenía que escribir por gusto y no para un público de señoras divorciadas.
Mi última relación amorosa fue de una semana, ¿Cómo demonios se escribe de amor?,
con esa vergüenza que siento cuando me llamo: Loco, Cobarde, Idiota, Perdedor.
Por cierto le olía mal la boca y aún así la besaba de lengüita.

De repente todo se aclara y escribo lo que debe de ser una confesión lógica de mi vida como poeta: Los versos son pequeñas mujerzuelas, ansias de ser guiones de telenovelas. 

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